Hubo algo que nos quito las ganas de seguir viviendo. Juan me comentó entre copas que era la falta de dinero y yo le contesté que era la desesperación por morir siendo alguien. Algo o alguien, salir de la mediocre plataforma en donde solo dos saldrán del pueblo y solo uno saldrá del país. Nacido y criado en la periferia e hijo de mendigos del gobierno y solo con este panorama me veo como uno mas dentro de la enfermedad, dentro de aquella Crónica de ese Mundo Enfermo que tratamos de olvidar.
Me pregunto:
- ¿Porque hace tanto calor en enero? Hace dos semanas me moría del frió y tenia que andar vestido todo el tiempo.
Nadie contesta. Estoy hablando solo como ya acostumbro hacer cuando me pierdo sin moverme, me olvido sin pensarme, y me encuentro sin buscarme. Se me entumece el área de la pelvis, llevo 14 horas sentado compartiendo banalidades con mis compañeros. ¿Que compañeros? Diría mi padre... que en paz descanse.
Me levantaré en algún momento y saldré del cuarto para así poder hacer algo con mi vida.... aunque sea cagar y mirar al solo caribeño desde la ventanita. Son las 4 de la tarde y ya tengo la certeza que en 20 minutos el sol se asomara por la ventanita del baño. Entre las ideas fugaces que se me asoman recuerdo trágicamente que necesito buscar trabajo... para poder comprar algo... quizás cerveza o una caja de condones por si se llegara a dar algo.
Me miro al espejo y me sonrío, se me están poniendo los dientes amarillos de tanto café, y con esa cara de perro muerto no te sobaran ni la barriga. La cosa me va mal... muy mal... pero sigo aquí sentado esperando a que pase algo... pero al fin y al cabo... no sé. Que me lleve el diablo.
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